DESPUÉS DE KRISTINE…
DESPUÉS DE KRISTINE… https://i0.wp.com/www.fundacionfrs.es/wp-content/uploads/2024/12/Entrega-alimentos-26-10-2024-kristineR2.jpg?fit=1080%2C651&ssl=1 1080 651 Fundación FRS https://i0.wp.com/www.fundacionfrs.es/wp-content/uploads/2024/12/Entrega-alimentos-26-10-2024-kristineR2.jpg?fit=1080%2C651&ssl=1SOLIDARIDAD, FRATERNIDAD Y CARÁCTER COMUNITARIO, CUALIDADES DECISIVAS QUE DESCRIBEN A LA POBLACIÓN FILIPINA.
Desde el pasado sábado 26 de octubre, FRS colabora con Cáritas Caceres en la distribución de alimentos y agua en los Barangays más afectados de la periferia norte de Naga como Canaman, Magarao, Gainza, Camaligan, Milaor, así como los de la zona sur Nabua, Iriga, Bula o Baoo. Algunos de los miembros del equipo de FRS que pudieron llegar hasta las oficinas; Mila Arevalo, Joyce Armea, Gina Gonzalez, Rechelda Perico, Edna Arevalo, Cedrich Arca y Eric Agapito, empaquetan kits de alimentos desde el pasado sábado en colaboración con las Hijas de Maria y el equipo de Cáritas Caceres. También se han puesto a disposición 2 vehículos del proyecto y 2 conductores, Eugeen Dadis y el coordinador Alfonso Nuñez para la distribución de los kits de alimentos entre la red de parroquias y sacerdotes de la Diócesis De Caceres.
Todo ello destinado a solventar lo que a su paso el tifón denominado Kristine dejo el pasado martes 22 de octubre en Filipinas, concretamente sobre la región V Bicol, causando mayor incidencia sobre las provincia de Camarines Sur y Albay, dejando precipitaciones de 400 mm por metro cuadrado durante dos días que para muchos de los habitantes fueron una pesadilla. Concretamente la provincia de Camarines Sur fue la zona más devastada, con inundaciones generalizadas.
La ciudad de Naga, la más poblada de la región con más de 210.000 habitantes, quedó completamente sumergida. Los ríos que la cruzan, Bicol y Panganiban, se desbordaron al anochecer del martes. Sobre las 6 de la tarde las calles empezaron a estar cubiertas por agua y lodo, llegando a los más de 2.5 metros de altura a las 3 AM del miércoles 23 de octubre.
Viviendas, comercios, hospitales, escuelas… quedaron anegados. La noche se hizo interminable, con muchísimas personas en los tejados a la intemperie de las fuertes lluvias y viento, viendo como el nivel del agua crecía. Los más afortunados se cobijaron en las plantas superiores de sus viviendas mientras los muebles, vehículos, electrodomésticos, alimentos, ropas, etc… flotaban entre el lodo en las plantas inferiores o en las calles.
En la periferia de la ciudad de Naga la situación era aún peor, áreas ya de por sí degradadas donde filipinos llegados desde zonas rurales en busca de trabajo y una vida mejor, edificaron hogares precarios en zonas inundables ante la falta de espacio y hogares disponibles. Los equipos de emergencia, en lanchas y barcas, no daban abasto para evacuar a las personas que pedían ayuda desde los tejados de sus casas. Las parroquias, escuelas y centros de evacuación que sobrevivieron a la inundación albergaron a una población ya de por sí diezmada por la pobreza.
El sistema de alerta temprana de la provincia falló, se alertó sobre las 6.30 AM del martes 22 de la llegada del tifón categorizado señal 1 (Depresión Tropical) de una escala de 5 ya que los vientos no superarían los 60Km/hora de media. La autoridad competente guiada por la Administración de Servicios Atmosféricos, Geofísicos y Astronómicos de Filipinas (PAGASA) emitió un aviso de suspensión de las clases educativas y del trabajo gubernamental y recomendó al sector privado suspender el trabajo.
Además, advirtió de lluvias de 200 mm, indicaciones que la población no supo interpretar ya que está acostumbrada a guiarse por la categoría y no por los datos técnicos. En resumen, no se evacuó a tiempo y provocó que la población más vulnerable y no solo la más vulnerable quedará totalmente expuesta e indefensa. Los lugareños no recuerdan nada parecido, -son las peores inundaciones de los últimos 30 años- nos comenta Maria Sanchez, de la oficina de bienestar social de Pili.
La fuerte corriente y el nivel del agua se cobraron las primeras víctimas, más de 149 muertos confirmados en Filipinas con 120 heridos y 30 desaparecidos. En la región de V Bicol, 61 fallecidos con más de 35 heridos y 4 desaparecidos a día 1 de noviembre del 2024. Casi 11 días después del impacto de Kristine, 13 de las 71 áreas que se inundaron siguen anegadas. Donde 649.122 familias y 2.759.872 personas de la Región V Bicol han sido evacuadas a centros de evacuación oficiales u otros espacios seguros, datos oficiales del Consejo Nacional de Gestión de Reducción del Riesgo ante Desastres (NDRRMC por sus siglas en inglés).
El equipo de FRS, 3 días después del impacto hizo un análisis de daños y planificó la estrategia a seguir.
En las zonas rurales de la provincia la situación es alarmante, el agua sumerge los campos de arroz y el 95 % de las viviendas, muchas de las carreteras están parcialmente destruidas ya sea por deslizamiento de tierras, rotura de puentes o del pavimento. Es el caso por ejemplo de la municipalidad de Balatan en la costa oeste donde Fundación de Religiosos para la Salud en colaboración con el socio local Religiosas Siervas de Jesús de la Caridad y gracias al apoyo del Gobierno Autonómico de la Generalitat Valenciana, está ejecutando un proyecto de fortalecimiento de la resiliencia frente a los efectos del cambio climático de la población afectada por desastres naturales.
Para llegar hasta el centro de la municipalidad de Balatan, en el Barangay de costa Siramag, solo existe un único acceso por carretera que está impracticable. Por un lado, la vía ha quedado inundada en la zona inicial central por el desbordamiento del río Bicol a la altura de la Municipalidad de Nabua y Bula y, por otro lado, el posterior tramo de carretera municipal entre montañas que desciende entre barrancos hasta la zona costera, ha quedado cubierto o se ha desprendido por el deslizamiento de tierra que ha engullido literalmente el pavimento. Además, gracias a la información que llega a cuentagotas, se ha visto como los 6 barangays de costa; Coguit, Duran, Siramag, Luluasan, Pararao y Camangahan han quedado inundados durante más de una semana e incomunicados entre si por la rotura del puente sobre el río Sabang a su paso por el barangay de Luluasan.
En las municipalidades de Siruma y Tinambac al otro extremo de la región de Bicol, concretamente en la costa este (una de las zonas en Filipinas más castigadas por el impacto ante la llegada de tifones desde el océano pacifico) la situación vivida ha sido también alarmante, pero por suerte para sus habitantes, en está ocasión el viento no ha sido tan fuerte. Además, los lugareños estaban más y mejor preparados gracias a los centros de evacuación, protocolos de evacuación y planes de contingencia que los últimos años organizaciones como Fundación de Religiosos para la Salud en colaboración con socios locales como Caritas Cáceres, los gobiernos locales y municipales además de las organizaciones de la sociedad civil han capacitado y actualizado para mejorar la capacidad de resiliencia ante los efectos de desastres naturales. Es el caso de los Barangays de Malaconini y Butawanan en Siruma, o Bagacay en Tinambac.
Los habitantes pudieron rápidamente desplazarse hasta los centros de evacuación por las rutas previamente señalizadas y adaptadas. Centros construidos gracias al apoyo de la Generalitat Valenciana, el ayuntamiento de Madrid y la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo. Un resultado positivo del trabajo en Preparación y Reducción de Riesgos ante Desastres realizado por FRS en los últimos años. Un trabajo muy necesario, especialmente en la región 5 Bicol por su alta vulnerabilidad y localización ante el impacto de tifones y súper tifones.
La Oficina Provincial de Medio Ambiente y Gestión de Respuesta ante Desastres y Emergencias (EDMERO) de Camarines Sur conjuntamente con el Consejo Nacional de Gestión de Reducción del Riesgo ante Desastres (NDRRMC) están coordinando la respuesta con apoyo del Ejército Nacional Filipino, las oficinas Municipales de reducción de Riesgos, las unidades de protección civil, el departamento de salud, Cruz roja Filipinas y las diferentes ONGs presentes en la zona para evacuar y hacer llegar comida y agua a los Barangays más afectados.
La solidaridad, fraternidad y carácter comunitario de la población filipinas, factor tal vez labrado por ser un archipiélago acostumbrado a sufrir calamidades naturales, da esperanzas para conseguir, con el apoyo internacional, que este país mejore su resiliencia ante el cambio climático gracias a la mejora en preparación y prevención ante desastres naturales.