La Congregación de Jesús-Maria lleva más de 30 años trabajando en Siria, más concretamente en Damasco donde dirigen una Residencia de estudiantes ubicada en el Barrio Cristiano de la «Ciudad Vieja» de la ciudad donde el principal objetivo es el cuidado de las menores, tanto cristinas como musulmanas. Desde allí ofrecen también ayuda a miles de personas que están en apuros y que día a día ven aumentadas sus necesidades.
En septiembre de 2003 dos religiosas de la Congregación en Siria, hasta entonces destinadas en la ciudad de Damasco, fueron enviadas a la ciudad de Alepo, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con la misión de trabajar en la Escuela local de Amal. Todo marchó bien hasta 2011 cuando la guerra se cruzó en la labor que venían desarrollando las religiosas en la zona. La labor de las religiosas de Jesús-María en Alepo continuó durante los primeros años de guerra, mientras el trabajo aún era posible. Pero en 2015, tras doce años de trabajo, la destrucción de la guerra en la zona debido al recrudecimiento de los combates, obligó a las hermanas a tener que regresar a Damasco ante la imposibilidad de seguir trabajando en la escuela de Amal y en Alepo.
Cuando se hizo evidente que los combates no solo empeorarían y continuarían por mucho tiempo en el país, las Organizaciones de Ayuda Internacional buscaron entidades y/o personas en el terreno de confianza para planificar y desarrollar proyectos de ayuda y emergencia con el fin de atender a un cada vez mayor número de familias necesitadas y vulnerables en la zona. Varias de estas organizaciones confiaron en las misioneras de Jesús-María por su experiencia y buen hacer en la zona, y en los últimos años les han enviado dinero para sufragar la distribución de alimentos, ropa, medicamentos, alquiler de viviendas así como para promover otras acciones necesarias que en la medida de lo posible han permitido salvaguardar la vida de miles de familias en Alepo, Damasco y Al-Hassakeh.
Aunque las religiosas ya no pueden vivir de forma permanente en Alepo, ante la situación crítica que se vive en la zona, siguen siendo las responsables directas de diferentes proyectos que allí se ejecutan en beneficio de la población local. Ellas visitan todos los meses durante diez días la zona para supervisar en primera persona la marcha de estos proyectos y evaluar in-situ la situación real de la población local, tratando de alentar y animar en todo momento a los voluntarios que llevan la ayuda a las calles, concienciado de la importancia de continuar con estos trabajos para salvar al mayor número posible de familias. El grupo de voluntarios que colaboran con ellas, muy comprometidos, les ayuda en todo momento a cuidar de la población local. A cada voluntario se le asignan varias familias, el cual conoce a todas y cada una de las familias que tiene asignadas, así como sus respectivas necesidades.
OBJETIVOS DEL PROYECTO
Este proyecto pretende ayudar a unas 750 familias residentes en la cuidad de Alepo (Siria), que tras seis intensos y crueles años de conflicto interno en el país, arrasado por una interminable guerra civil, viven en condiciones de alta vulnerabilidad.
La situación es especialmente dramática para la población que todavía habita en zonas y ciudades en primera línea de conflicto, como es el caso de Alepo, ya que la gran mayoría de esta población que aún resiste en las mismas no dispone de los recursos necesarios para garantizarse la tenencia o el alquiler de una vivienda digna y adecuada, muy escasas a día de hoy en estas zonas de conflicto, puesto que sus casas han sido destruidas y se han visto obligados a desplazarse a otras zonas más seguras o viven en asentamientos o campos de refugiados que se han ido generando dentro y fuera del país. Una población desplazada que ocupa hogares y campamentos que apenas cuentan con las infraestructuras básicas necesarias para la atención y cuidado de la higiene personal y la salud, y en los que es casi imposible conseguir combustible para calentarse. Además para mayor desgracia también carecen igualmente de todo tipo de artículos de vestido y calzado, principalmente de ropa de abrigo, que les permita salvar las inclemencias del tiempo, como actualmente el invierno en el que se suelen alcanzar temperaturas de unos 3º de media.
Así en Alepo, tanto para personas y familias de la ciudad que van siendo progresivamente desplazada por la guerra, nuevos refugiados, como para todas aquellas que ya lo están en asentamientos y campamentos de refugiados, urge, y mucho, la llegada y distribución de todo tipo de artículos que puedan cubrir las necesidades anteriormente indicas par poder socorrer de la mejor manera a la población local (kits de higiene personal, ropa de abrigo, mantas, calzado…). Unas necesidades que han sido identificadas por las propias religiosas en el terreno como prioritarias actualmente para las familias locales a las que se pretende ayudar y asistir con este proyecto, a través de la SOLIDARIDAD de todos.
DETALLES DE LA SITUACIÓN REAL QUE VIVE LA POBLACIÓN LOCAL DE SIRIA
Seis años después de su inicio, el conflicto suma ya medio millón de muertos y más de un millón heridos además de un elevado número de población local desplazada tanto dentro de la propia Siria, en los países limítrofes (Turquía, Líbano Jordania, Irak y Egipto) y hasta en la propia Europa donde más de un millón de personas con ciudadanía siria han solicitado asilo desde el inicio del conflicto. Así, como consecuencia del conflicto, más de veinte millones de personas requieren actualmente de asistencia humanitaria en Siria. Casi cinco millones de sirios/as se encuentran refugiados/as en países vecinos (el 50% son mujeres y el 42%, menores de 18 años), y cuatro millones se encuentran en comunidades que han sufrido el impacto negativo de la crisis económica a nivel mundial. Por otra parte, casi siete millones de personas se han visto desplazadas dentro del propio país, Siria, de las que unos cinco millones se encuentran en zonas de difícil acceso para la llegada de ayuda humanitaria y más de medio millón continúan aún en zonas bajo asedio. Estas cifras convierten a la crisis siria en la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial, siendo una de las cuatro crisis declaradas de nivel 3 por Naciones Unidas, el nivel más alto que existe.
Esta guerra está asombrando por su violencia y brutalidad. Ha robado a los niños sirios su infancia e inocencia y ha matado el brillo de sus ojos. Los niños de Siria se han convertido en víctimas inocentes de una guerra de adultos. La guerra se ha convertido en el único escenario real que conocen y sus gritos y sollozos hablan de su inocencia perdida, están siendo llevados al caos, a la ignorancia y al sufrimiento. Los jóvenes, la generación del futuro, están perdidos, no tiene hogar, ni presente y una muy difícil y complicada proyección de futuro, han perdido su identidad, y les va costar plantearse un futuro desarrollo en tiempos de paz pues van a heredar una sociedad rota, dividida y sin recursos ni posibilidades. Son actores y espectadores involuntarios en un infierno que no han creado pero que les toca vivir.
Las religiosas comentan que es difícil olvidar la imagen de los niños que llegan a la escuela con las manos hinchadas por el frío, ancianos que atienden en sus casas maltrechas muriendo en la cama por la falta de calor o ropas adecuadas, familias en las calles custodiando sus pequeñas e insignificantes pertenencias como si fueran un tesoro bajo los constantes combates y bombardeos, todos ellos con lágrimas en sus ojos añorando tiempos pasados y preguntándose ignorantes todavía que ha pasado, como se ha podido llegar a esta situación, y sobre todo cuando finalizará por fin todo.